¿Se dieron
cuenta de que, cuando somos más chicos, nuestros papás son "lo más"? O
sea: para nosotros son los que más saben, los más inteligentes, los que mejor
cocinan…
Pero cuando
crecés te das cuenta de que no es así, en realidad es todo lo contrario (por lo
menos en la mayoría de los casos). Porque cuando crecés te das cuenta de que ni
mamá es una gran conocedora de la música, ni papá de política; mamá no es la
mejor cocinera, y papá no es el más inteligente; ni papá ni mamá son los más
'liberales'. Y cuando te cae la ficha, cuando la realidad te golpea en la cara,
desilusiona, decepciona, duele.
Claro que uno
tiene que entender que la culpa es nuestra, ellos siempre fueron así, fuimos
nosotros los que los idolatramos y defendimos ante cualquier tribunal. Fuimos
nosotros los que no vimos más allá del círculo protector que forman nuestros
padres. Y así es fácil entender que, cuando empezamos a asomarnos a la sociedad
y nos empezamos a relacionar con otras personas, nos demos cuenta de que esos
héroes de historieta, que pueden con todo y contra todo, de repente se vuelvan
padres comunes y corrientes, como el resto de la humanidad, con sus defectos y
virtudes, con sus saberes y sabores, con el humor de la mañana y el humor de la
tarde, con su verdadera identidad…
Porque
Superman es en realidad Clark Kent, y Batichica es Bárbara Gordon.
Y hay que
entender… Hay que aguantarlos así como vienen, con el paquete entero… Pero
claro, el paquete entero desilusiona.